Dieron las doce
no entrabas aún.
Y mientras el tiempo se
resbalaba en el reloj,
mientras los gestos se
pegaban en el tiempo,
no llegabas aún.
Fui sólo una desaparición
mordaz
endeble
cautiva,
una pequeña mano imperceptible
descansando en el regazo de
la desesperación.
Desde entonces,
un mudo fracaso
un mudo ardor.
Cuando el tiempo hizo vibrar
al reloj
y los cuerpos inquietos
bailotearon
en el tiempo,
me quedé en la esquina
donde las telarañas carcomen
las paredes
¡las pobres paredes!
Fui sólo una una pequeña desaparición,
fracaso pasional
no llegaste ya.
Brenda Ramírez
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