Será una simple carta
escrita desde el sueño profundo
donde nos ha arrojado este fervor
que gira con la vida entre los dientes.
En las aguas de tus pensamientos me hundiré,
no importa.
Una nota para el amor desvencijado,
cansado de tanto ser nombrado
ya no lo diré otra vez
lo arruino,
estamos arruinados
con estos años
y las horas que no cesan de gritar
a través de los relojes,
me arañan,
qué tonta.
Será mi torpe grito
que no escucharás
-sólo puedes reconocerme
cuando estoy al frente-
de otro modo
¿cómo hacerle?
Pesándolo mejor
será una caricia,
la última en el suspiro más hondo,
aquel que se escapa
de nuestros labios gimientes,
será la última.
Hasta el nuevo siglo, querido.
Donde sea yo, por fin un silbido
tú, sin dolores
mi cierzo matutino.
Será en mi olvido,
en este instante
te veo pronto, cariño.
Brenda Ramírez
domingo, 29 de julio de 2012
sábado, 28 de julio de 2012
Niña Muerta
Soy una niña muerta. Me despido, debí verte ayer, se hizo tarde. No soy libre ¿O sí? En todo caso incapaz. Muero en esta
ancianidad prepotente, a mis arrugas se las comen las polillas. Detesto mi paso
por esta vereda asquerosa. No la soporto, no te soporto a ti, espejo infame.
Ojalá fueran malvadas las palabras que escupo en tu frente. No me interesa que me
maten ahora. Pero qué cobardía más grande, me da miedo pecar en la sombra
de Dios y que lástima le doy. Me da miedo terminar con los dedos necrosados y
la vista cansada en el ataúd.
Niña muerta. He querido tontamente regresar a mis
juegos bajo el sol de otoño, con el lodo entre mis dedos y respirar el susto de
antaño. No éste que sí hace daño. He querido, y recordé que yo imploré estar
aquí, realizándome para no ser nada. Púdrete, así debe ser, púdrete.
Soy una niña muerta. Sigo llorando, reminiscencias aún crepitan
en mi pecho, gritan y tiemblan con la fuerza más honda. Lloro como cerdo
en un matadero común, y como un pajarito cojo en las fauces de los perros
grises, lloro con mi instinto animal
brotando en mis venas, desposeída de dignidad. Me he callado, pero aún lloro con
las vertientes en mi interior pasmado, reventaré. Por eso explotan los
cadáveres, lloran y no lo saben.
Brenda Ramírez
lunes, 23 de julio de 2012
Romper mis huesos
Quise romper mis huesos
en el asfalto
que alguna vez pisaste,
donde tus lágrimas discurrieron
entre los orificios
y la basura de las calles.
Ahí dejaste tu alma
olvidada,
olvidada,
pegada en las alfombras
de suciedad y desolación,
calles pérfidas de un México
que agoniza y se estremece.
Ciudad con vidas pululantes
masacradas en su orgullo,
con viudas epilépticas,
enardecidas,
demolidas en su andar seguro.
Engendraste tu herida
tú, tu honda
herida
ahí te erigieron
no sé cuántas,
no sé quienes
pero derrumbaron tu cráneo,
destruyeron tu estirpe.
Recorriste los espacios
pintados de llanto
hasta que por accidente
besé las inasibles turbulencias
que se asían en tu pecho.
Quise romperme en el asfalto
y terminar ahí
donde alguna vez te acabaron,
fue insuficiente.
Te conocí.
Brenda Ramírez
miércoles, 11 de julio de 2012
muerto
Lindísimo muerto, hundí mis manos en ti. Me distraigo
fácilmente, olvidé cómo morir, lindísimo
putrefacto muerto. Sé hacer pocas cosas, apenas coger un lápiz y escribir, pero no sé cómo hacer que
la noche me coja a mí. Apenas sé leer lo que enunciaron
los cadáveres ilustres. Muevo la manivela de mi cabeza,
rueda, rueda. Intento extraer algo ¿importante?, no sé actuar, apenas sé coger
una pluma y rezar, rezar a los diablos para que me descalabren de una vez, no llegan y sigo aquí.
Pierdo ¿el tiempo?
Brenda Marcela
Suscribirse a:
Entradas (Atom)