La asimetría de mi cuerpo me
condena,
la asimetría del mundo me
perturba.
Huiré al eje donde no se ven
las deslealtades
a los hermanos y las madres,
he de encontrarme contigo
en la orilla donde acampa el
tiempo,
quizá éste tome su cetro
y me destierre a aquel siglo
donde los días transcurrían
con sus tenis puestos,
corrían mientras reíamos en
la merienda,
antes de que se resbalaran
de nuestra piel.
Huiré donde acampa el tiempo
con sus manos filosas de
invierno,
con su cara de dulce primavera
y en algún eje no veré más
los ferrosos golpes
que dan estos momentos a los
hogares,
que soñamos y creímos
ciertos.
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