lunes, 24 de septiembre de 2012

Bestia



Estos días soporíferos dibujan espantos en los humanos. Yo soy como una bestia, lamentablemente, sofisticada y ridícula. Quisiera ser una verdadera bestia, hedionda sin pensamientos helados y dolorosos. Ruin camino de mis pies hendidos ¿Para qué estar a tu lado como larva?

Me lastimé. Estoy rota, ahí, donde te pierdes, donde me vulcanizo y después lloro porque me despedí. Me dije adiós, ya eres otra, no eres nada, mujer que pisa los talones de sus amigas. En las tardes, cuando te absorbo, nos disolvemos en el anonimato dulce y peligroso. No importa ser nada.

Pero bien podría ser tu mascota, quisiera serlo, disfrutar de tus  manos sin ningún reclamo, sin ecuaciones ni historia, sólo tus manos, sin mi tristeza y mi razón, sólo tus manos rasposas en mi pelaje de hembra olvidada.

Brenda Ramírez

jueves, 13 de septiembre de 2012

Cuento irascible


Ya no escupía palabras (por años lo había practicado con ahínco, pero no más).


El odio, la desesperación surgían de mis adentros, desde mi estómago hasta mis piernas, se discurría por mi pecho y mi sexo. Un vértigo excesivo e intangible ¡cómo arrancarlo? Gritar, decir algo de aquel rencor ardiente, no podía. La exasperación me tomaba. Se me dificultaba decirlo, decir cuánto oscuro fervor se balanceaba en mi pecho. Estaba cansada de hablar. Se pudrió mi hígado, después de que mi estómago comenzó a agonizar. Entonces pensé, ¡para qué diablos quiero mi boca? No he de decir jamás una palabra al enfurecer, ¡para qué si no saldrán de nuevo insultos podridos?

Fue precisamente después del mal tiempo, hacía calor. Dejé de hablar, mi lengua se volvió flácida se pegó al paladar y a los dientes. Cogí la aguja curva que usan para coser telas gruesas. Ensarté un estambre de colores, azul, morado y rojo. Me zurcí los labios, los gruesos y largos labios que me encubren el rostro. Callé, para siempre. Qué bonita, como una muñeca antigua. Mis ojos se hundieron en lágrimas y me contemplé durante horas frente al espejo, la sangre manaba alegre. Recordé, —mientras el sol amarillento se colgaba de mi piel, mientras mi reflejo era algo difuso por la vejez  y suciedad del espejo —, cuando le dije a mi triste perro humeante que lo odiaba, que odiaba al mundo. Entristeció desde entonces la habitación. 

Permanecí pertrechada en el fondo de mi oscuro yo. Pronto creció más mi locura irascible hacia todos, incluso hacia mi ridícula cara. Mutismo absoluto. Cuando quise hablar ya no se pudo. Ahora mi boca tenía un adorno bello. Nada de palabras o silencio, sólo colores.

Brenda Ramírez

viernes, 7 de septiembre de 2012

Confesión 1. En 4 partes


I
Es la luna inconclusa de tus desvelos, con té limón dentro de la arcilla. Me astillaste las manos. Cruel: tú .   Tu desfachatez estimula mi llanto. No creo en nada. Entraste con rencor, ¿para qué? Soy tuya desde que me atreví a mirarte. Algún día me arrancaran de tu dominio, desde la raíz dibujada en mis dedos deformes y gruesos. 
II
Escucho un discurso, allá a lo lejos, de la llamada civilización, de la famosa dignidad. Escucho unas voces, aquellas del orgullo y la separación. Alégrate, ya te irás.
III
Me dejas estancada en el suelo de los sauces que no existen aquí, en la tierra infértil donde los gusanos viven en armonía y se comen las florecillas, aquí estoy mientras me abofetea el viento y me escupen las ráfagas de enero, mientras me olvidas .
IV
¿Para qué esforzarme en tu estancia entre mis piernas ancladas en azufre? ¿Para qué, si el fin se dibujó con la sonrisa malévola en un principio?  Yo, siempre ridícula, construyendo la guillotina con palitos. Sin dormir. 

Brenda Ramírez

martes, 4 de septiembre de 2012

Notas de hartazgo: 2


Hoy, amante sin correa, desperté. Creí encontrarme con Li en la cama.
Fue otro sueño para ti. No hay nada.
Sólo sé afilar mis dientes, no temas, ¿cómo podría hacerte pedazos, bellísimo?
Corro constantemente como can en brama y la luz del día, ay la luz del día, me dispara.
Hoy huí, quise esconderme, tener cariño: ¡Qué pena!
Estoy descubierta, desnuda sin maneras sutiles para hacerme querer.
Desperté con voluptuosas ganas. Decayó el día y mi vileza de hembra.
Una cara enjuta y un hacha, ya no me hacen falta.
Blandiendo está mi alma...

Haces ruido al morir. Esto no es un sueño, soy yo, viéndote caer.
Te espero, mi cadena estaba en el cuello.

Brenda Ramírez


domingo, 2 de septiembre de 2012


Mi lenguaje no es eterno
Va a caer…
Por un diáfano cordel
Serpenteará tu nombre
Estará sobre mi cuello
Hoy sobre mi sexo
Tipo mío
He mascado tu sonrisa
                                             ¡Cuántas veces!

Vislumbré la fiel hilera
De pasos perdidos
Y callejones prósperos para imitar
Pero no quiero 
y acaso en esa idea
Mi pez
Mi espera
Se van contigo
                          A donde sea
Compárteme tu muerte lenta
Y tu sonrisa sincera
¿Quién eres
                          desconocido?
Tus manos me son familiares
El ardor en tu voz
Como mi oblongo grito
Bajo el suspiro de la noche

Usas tenis
Para correr sin miedo
¿Por qué no me dejas alcanzarte?

Brenda Ramírez