lunes, 28 de agosto de 2017

El enemigo

Mi magia es
Para cubrirte
Mi soplo de hielo
En la lejanía
Es un fantasma
Cuyas cadenas
Hacen resbalar al enemigo

¿Quién es el enemigo?
Y tu labio es aún fresco de leche
Tus dedos apenas pueden asir
Tres centímetros rosas de mi talle
¿Quién es mamá?
Y no oyes que las nubes se deshacen
En hilos delgados y cristales

Deseo cuidar
Hasta tu última sonrisa
Reconstruirla en el horizonte
De mi recuerdo
Cada mañana que me alejo
Y conjuro palabras de cobijo

La imaginación de mi mente
Erige murallas y compuertas
Túneles y atajos
Vamos por aquí al fin de los años
Comemos olivos y andamos
Un sendero de yerbas y olor a tierra
Con la hoja del árbol doy sombra
Y dejó que corras
Te alejas
Con mi garganta hecha piedra

Dame la mano     cariño
¿Quién es el enemigo?
Mas callo
¡Ni yo lo he visto!

Puede ser éste u otro
Aquella sombra
Y controlo mi desenfreno
Te doy mi fuerza en el olivo
Come
Come
Aplasta y corre en las montañas
Con pedregales

sábado, 26 de agosto de 2017

Heces de sus lenguas

A veces no quiero nacer otra vez
Con los golpes de la tierra
Ni oler los dientes
Que mastican lágrimas
No quiero volver
Con la pólvora de camino
Ni como fantasma
Animal o vestigio
A veces
No quiero pisar el revés del mundo
Su funda percudida
Las manchas coloradas
Ni respirar el hierro hecho gotas
No quiero ver sus rostros idiotas
Su fuerza enloquecida
Ni sus ojos hechos piedra
O las heces de sus lenguas
A veces quiero la gracia
De no volver a nacer.

BrenMar

domingo, 13 de agosto de 2017

El sueño de Euri

En el culmen de su cabeza se dibuja la galaxia de cien soles. En su boca dos blancas luciérnagas danzan con el polvo al atardecer. Procuro ser discreta. Lo miro con intensidad sin que mis ojos lo distraigan de ese brío al andar. Para que el impulso que lo desplaza sobre las rocas del universo no se disuelva. Pero se va, ah con tanta suavidad, se va su risa a un breve sueño y su llanto se evapora en el calor de la almohada. Es un torbellino en reposo, con hermosas formas de desplazarse de aquí al desespero, a la sombra bajo la mesa, a la puerta liberadora, a la pestaña que lo busca. Y ya en el descanso es misterio la senda que tocan sus rodillas, la cera que sienten sus dedos. Quiero reprenderlo para que me espere, ey, tú,pequeño granuja, ve con más cuidado. Y ese deseo se me traba en la garganta porque no podré seguirlo en sus sueños ni para siempre, porque sus piernas lo aproximan a la orilla que mis manos no podrán asir. La imposibilidad me petrifica. Pero hoy miro, otra vez, que la noche aparece en su frente.

BrenMar