I Devoción
Tu cabeza es una roca medieval llena de musgo. Admiro tu paso entre la animalidad. Has mostrado tus dientes y tu garra sanguinaria; has mostrado tu lengua, viscosa labia. Tus ojos de tierra y aliento de heno me han hecho quererte. Sigo tu rastro, con la nariz entre la yerba.
II
Me construyó de cieno mil veces para encantarte. Pongo y quito a mis extremidades. Me destruyo porque jamás es suficiente. Reconozco que mis pies son ramas torcidas. Pero el lodo es maleable y lo convierto en algo exquisito ante tus ojos.
III
Tu palabra hiere. Es firme y filosa cual estaca. Te creo todo. Parece que todo lo entiendes.
IV
Me obsesiona la idea de machucarte. Dejarías de ser el único con razón y suerte. Revolvería tu cabello para reformar tus saberes, y yo, hecha y deshecha, te sostendría en mis dedos para comerte.
V
¿Me querrías? ¿Admirarías la veintiún mil inseguridad de mis entrañas?
Si te mostrara los despojos de las transformaciones, verías que no es fácil mantener la integridad de mi pecho salino, de mi regazo de greda.
Bren Mar