SEMANARIO
Domingo
Ni siquiera te asemejas a las
bestias. Me encantaría que lo fueras para poder definirte, me di por vencida. Ahora
sólo me dedico a sacar cuentas, engrapar hojas y escribir conclusiones. Rescato
mi ocio en los films del sábado y en una cerveza con mis amigos los viernes. El
domingo es un martirio, no me dan ganas de descansar, no tengo de qué, ¿del
trabajo que me absorbe? No, en realidad quisiera que me exprimiera más el
intelecto o los músculos, pero no hace sino fastidiarme los ojos y el buen
humor.
Lunes
Hoy amanecí con ganas de
nimiedades. Mordí mis uñas, comí pastel, maldije al anciano de la tienda, robustecí mi ego frente al espejo: me ha mentido.
Martes
Debo decir que tu pensamiento es
errante, complejo, una artimaña fugaz. Leerte me precipita a un desencanto
dulce, oprobio violento, se infla mi pecho, se oscurece mi mirada. Estoy un
poco cansada de adivinar, no quisiera descubrirte por completo, mejor así
dejémoslo. Seguiré pensando que te creo.
Miércoles
Creas un orifico aledaño a mi
desesperanza, patética, pensaría yo.
Jueves
No hay nada en mí que pueda
sorprenderte. Nada de lo que escribo en tu honor te conmueve. Sería mejor amar
a un tonto.
Viernes
Renuncié a mis tonterías nocturnas,
las mandé al sumario del anonimato. Te envolví en papel crepé, el más barato.
Caí un instante en mi vicio más querido: recordé el olor de tu cuello, el sabor
dulzón de tus gemidos, la luz de tu desenfreno lascivo, ¡cierto!: no eres
real.
Sábado
Resucité a los diablillos que te
hicieron con plastilina. Lloré, pero nadie lo sabe. Yo soy la mente calcinada
que te trae de vuelta. Si eres tan brillante, ¿por qué no me has traído a la
vida?
Brenda Ramírez