Los mismos peces recorriendo la orilla
sus dientes afilados en mis ojos,
ahí donde llega la histeria desmedida.
Los gritos habituales me llevan al hastío
y tu sombra cansada de los mismos ruidos
dice algo inaudible
¿adiós?
Adiós a las pirañas que carcomen,
reinas del miedo que hierve en mí
los golpes son menos estruendosos,
las lágrimas apenas me encienden
pero viene la pequeñita
con los dientes ensangrentados
viene con la muerte en sus manos,
la muñeca que me dio un girasol
cuando apenas entendí.
Los mismos peces con los movimientos
de ayer, de hace siglos, despedazando
caigo en su juego, en la corriente
vuelvo a gritar, a temer.
Incoloro torrente, desprende la fuerza
de las millones de lágrimas vertidas en sus adentros
estoy aprendiendo a no ahogarme
a desgajarme con amor,
a salir de las aguas sin pirañas en mis ropas,
sin las pirañas de hace años.
Mi desnudez da un brinco,
oh, mi desnudez entre piedras y el brillo de los soles
aquellos que me besan en la locura
de poder salir, ¿podré salir?
Brenda Marcela
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