No descendí nunca al lugar
donde reposaba mi alma
la olvidé con sus crues de flores
y con las espinas rojas
la dejé en la soledad de niña sin madre
nunca le hablé con los labios desnudos
jamás la acaricé en el instane lacrimógeno
ni en la lluvia de un verano azul
No abrí la puerta donde dormía
con los miedos asidos al brazo
y la vergüenza oculta en las axilas
no le concedi palabras tibias
En un charco tapizado de hojas verdes
olvidé mis lágrimas y me alejé
No le dije que me agradaba su piel tostada
y el sudor en la punta de su nariz
permití que la carcomieran
las tardes odiosas con vacíos en las paredes
y las listas interminables del deber
Rompí los rostros los pasos
Me dediqué al odio sincero
al repudio inmediato
me aficioné al aroma de la tragedia
No abracé nunca el lugar de mi alma
no lo hallé
lo creí lejano en esta tierra desolada
no podía pronunciarlo
con mis vicios atorados a los dientes
No llegué al sitio de mi alma
no sostuve su peso en mis manos.
BrenMar
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