martes, 23 de febrero de 2016
4 Faena diaria
Me pregunto lo que haces a las seis de la tarde.
A esa hora, yo pretendo ser nadie. En esos momentos carezco de espíritu, de deseos, incluso de repugnancia, que es la causa de mi amargura habitual. A las seis de la tarde, lo más que ha sucedido es verme derrotada por la tristeza, y entonces, mi alma es a tal punto aplastada, que termino indolente.
Quizás pienses que es demasiada pretensión la mía, tacharme de ser nadie. Pero a las seis vacío mis espacios, socavo la disposición al amor y a la pasión. Dejo en un cubo mi personalidad: en una esquina mi melancolía, dentro de un trozo de papel mi imaginación, pesadamente extraigo el enojo, hago un cóctel. Arrastro mis lágrimas a la cafetera y las dejo evaporarse. Succiono con la aspiradora lo que he leído y aprendido, tacho con un gis los rostros queridos. No sé cómo lo logro, pero dejo mi pellejo vacío. Mi alma huye aterrada. Soy apenas un cuerpo inerte.
Yo imagino que tú a esa hora, estarás bebiendo un café. ¿O acaso a esas horas andas en el transporte infernal de la ciudad? Ahora que lo recuerdo, imagínate que a las seis parezco un usuario del metro a las cinco de la mañana. Peor: a esas horas no llevo nada en el corazón. Ni si quiera el gato se me aproxima. Quedo fría como la mesa de vidrio, vacua, sin nada que ofrecer.
Mas no es intencional. A esa hora el sol alumbra diferente los rincones de mi casa, el viento sopla aletargado y la habitación se vuelve sofocante. En las afueras se escuchan autos adormecidos, mi pecho se oprime y entonces no hay remedio ¡es el peor momento del día!
Cuando dan las siete, mi alma regresa y debo arreglar el desbarajuste, buscar mis conocimientos, mis ganas, mis pasiones y todo lo demás. De manera que apenas tengo tiempo para reacomodar mi hogar y escribirte un poco.Quedo exhausta.
Esa es mi excusa. Estoy hecha de pedazos desperdigados por la casa, de pensamientos incompletos, de recuerdos inciertos. Creo que debería escribir una reseña de mi vida, o mejor aún, un instructivo de cómo reconstruirme, ahora que aún recuerdo cómo hacerlo, por si caso un día no hallo la forma, tú podrías venir y ayudarme.
Atte. Zyanya
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