martes, 2 de septiembre de 2014

Viajero

I
Oh Viajero, ahí estaba yo, mentando madres a las madres que me empujaron hacia el vagón. Pirañas que corrían por un pedazo de asiento,  acurrucadas, encogidas en sí mismas, listas para dormir dentro de aquél asador.

II
Eramos miles y no sé por qué pero todos tenían, Viajero,  la boca pegada con cola. Menos el tipo de a lado, que la abría y me fumigaba.

III
Tengo el alma contenida en mi extensión de mujer, y aunque es bella, tiene sus inconvenientes. Ojalá fuese del tamaño de tu bolsillo, para que me llevaras tú, y no la chingada.

IV
Días, años, dentro de la corriente moderna, fatigada y sin tiempo. Pensaba en esas cosas importantes de vivir, Viajero mío, cuando reí un poco en medio del olor nuestro que guarda la tierra: besos sudorosos, prisas inacabables, lo que fue comida y ya no es de nadie. Reí, y quise  besar tu alma ¿Estarás ahora en otro cuento?

V
Me aguanté la risa. Parecían solemnes - también cansados, demacrados o aburridos, pero solemnes-. Pensé en el asiento reservado, Viajero: creo que no debería existir. Siempre hay quien aguanta ir parado y cede su lugar y hay a quien le va madres y sus nalgas prefiere aplastar.


Brenda Marcela R.M

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