Niño
La cólera amarga mi pan.
Lloró por ti,
por tus lágrimas de adiós,
y tus gritos de dolor,
pavor de tus piernas, al verse golpeadas,
horror de tu alma cuando fuiste ofendido.
Sufro tu sufrimiento, el mío no es nada,
ni un ínfimo segundo de tu cautiverio y tristeza.
Lloro tu risa sepultada, la tarde de tu rapto,
la lejanía, ¡infantil presencia!
Tu ausencia en tu cama y almohada,
que hayas dejado solas las paredes de tu cuarto y casa.
Ojalá tus lágrimas borraran la sangre,
ojalá estas líneas sirvieran de algo,
que pudieran hacerte olvidar
y volver sin las llagas.
Me avergüenza pertenecer a la especie
que te arrebato el Día de Reyes, Navidad y cumpleaños,
que alejo de tus manos el pasto, tierra y castillos de arena.
Niño, no soy nada, pero en sueños siento la ruina.
Hoy desperté: sigue ahí,
y me la quedo si tú te salvas,
la acepto si tu ríes y saltas.
¿Quién te tiene cautivo?
Tampoco puedo reír,
nada ha ido bien,
no me dispongo a olvidar tu partida,
lloro que hayas conocido,
la perversidad con pies y piernas,
que debías estar afuera ensuciando tus rodillas,
¡Ultrajaron tu alegría!
Odio que no puedo hacer más,
que las bestias te hayan encontrado,
lloro que no sé tu nombre,
y que quien lo conoce
te extrañe.
Marcela Ramírez,
tomado de Niño ¿ Y por quhé lloras sin mí?, Litera (2012)
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