Llegaste con una daga, me has hecho añicos sin ni siquiera tocarme. Angustia, violento vendaval desnudándome en silecio, llevando mis huesoso al precipicio, te quiero cerca. ¿Por qué le pido a Dios que te cuide, si no hemos hablado con él? Quisiera que todos los fetiches se acomodaran frente a ti, te amaran. La desesperación se llama igual que yo, falla en cada palabra y acto. ¿Viajaremos juntos al salto claro del amanecer? No soy una niña, y mi angustia huele a la angustia sin mi madre: abandono cristalino ante mis ojos. He crecido contigo, ahora hay madurez mirando al futuro, pero lloro, cerca del vertedero espero milagros. Huyo de la realidad escribiéndote, creyendo que arreglaré algo, pensando que llegaré a tu latido. Llegaré.
Brenda Ramírez
No hay comentarios:
Publicar un comentario