Tengo palabras, ¿por qué habría de temerles? Que se lean o
se ignoren, son mi único recurso para no delegarme a la demencia. Las palabras
entrarán en cualquier vagina o en ningún pensamiento, guerreras repugnantes en
las filas de algún verso, fuera de mí y al fin, mi propio deseo sucio e
incompleto. El reflejo de la frustración intocable, y morirán, queridas,
conmigo.
Brenda Ramírez
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