Voy
a levantar de nuevo, como una obsesión enfermiza, el lamento de tu figura
engendrada en el mundo occidental, donde se gestó nuestra guerra obtusa y
lamentable. Voy a desempolvar la histérica idea del disgusto de conocerte, a
escurrir en las noticias mi deserción por la culpa de un malandrín
irreconocible. Crearé como una diosa loca tus actos dulces y labios gelatinosos, para que sepas cuánto poder puede tener la mente de una mujer. Crearemos la tregua más falsa después
de que mueras tan contento sin mí. Estaré esperando como hoy la renuncia de la
lejanía innecesaria, absurda y maligna, tal vez así, me deshaga de esta bruja
que me habita.
Brenda Ramírez
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