I
Es la luna inconclusa de tus desvelos, con té limón dentro
de la arcilla. Me astillaste las manos. Cruel: tú . Tu desfachatez estimula mi llanto. No creo en nada. Entraste
con rencor, ¿para qué? Soy tuya desde que me atreví a mirarte. Algún día me
arrancaran de tu dominio, desde la raíz dibujada en mis dedos deformes y
gruesos.
II
Escucho un discurso, allá a lo lejos, de la llamada civilización, de
la famosa dignidad. Escucho unas voces, aquellas del orgullo y la separación.
Alégrate, ya te irás.
III
Me dejas estancada en el suelo de los sauces que no existen
aquí, en la tierra infértil donde los gusanos viven en armonía y se comen las
florecillas, aquí estoy mientras me abofetea el viento y me escupen las ráfagas
de enero, mientras me olvidas .
IV
¿Para qué esforzarme en tu estancia entre mis piernas
ancladas en azufre? ¿Para qué, si el fin se dibujó con la sonrisa malévola en
un principio? Yo, siempre ridícula,
construyendo la guillotina con palitos. Sin dormir.
Brenda Ramírez
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