miércoles, 21 de junio de 2017

Acartonados

Mis posibilidades se reducen. Una gota de lluvia resbala por el cristal de la ventana para llegar a fundirse con otra: ahora son la misma masa de agua. Miro mis manos y cuento las tareas de la jornada. Aún hay restos de verduras en mis uñas, un olor a cloro entre mis dedos. Recostada en el sillón experimento el aire. Me parece que el ramaje del futuro es menos denso. Soy tan recta y blanda. Rama dura y quebradiza. Mis posibilidades se reducen a las actividades necesarias para el sustento biológico, no para el sustento de mi alma.
Cotidiano, absorbente, no necesito palabras extrañas. Huir o morir. Hacer florecer a la familia con la casa ordenada, alimentos saludables, desvivirse por hidratar a otros, mientras me seco de a poquito o, dejar que florezcan las hojas más púrpuras de mi pecho.Quiero ser egoísta. Lo soy. Mis días lucen cuadrados, acartonados, predecibles, simples. Eso debió sentir Julia cuando abandonó a su esposo y a dos de sus hijos. Mi madre dice que hay mujeres que son más mujeres que madres, y otras, más madres que mujeres. Julia no cabía en ninguna de las dos. Era de las que buscan liberarse y rompen cosas al paso. Unas nos añejamos, esperamos para desdoblarnos. La libertad nos reclama. Pero mi condición es una cadena de espinas, una enredadera de fragancias adorables. Un amor me impregna. Un botón morado y pequeño. Debo esperar para florecer otra vez.

BrenMar

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